¿Qué es el Sionismo Hoy? Una reformulación del Sionismo en el Uruguay

01/Ago/2016

Por Dr. Jonás Bergstein, de Copredi (Para CCIU)

¿Qué es el Sionismo Hoy? Una reformulación del Sionismo en el Uruguay

Dos episodios en apariencia inconexos son
los que me mueven a escribir estas líneas: la celebración de una fiesta; y una
breve conversación con un amigo norteamericano. 
Cada uno de ellos me aportó una enseñanza que quisiera compartir con el
lector.
El primero de ellos involucró la
celebración de una ceremonia de Bar Mitzvah en la comunidad CIP de San Pablo,
con un marco de público impresionante (casi 1,000 personas en la sinagoga); ese
Beit Kneset, abarrotado de gente, me retrotrajo a tiempos pasados y me mostró
la alegría de vivir el judaísmo en el seno de una comunidad pujante y en
continua efervescencia. El segundo, el diálogo con mi amigo Stuart Berkson de
Chicago (judío y norteamericano hasta la médula), me sorprendió por un brevísimo comentario que
deslizó mi querido interlocutor: no sabía el significado de palabras como
“sheliaj” (emisario) o “Sojnut Hayeudit” (la Agencia
Judía); teniendo como referencia el marco de nuestra comunidad judía en
Uruguay, no pude menos que preguntarme cómo era posible que alguien pudiera ser
tan intensamente judío y sin embargo desconociera el alcance de esas
expresiones con las cuales uno había nacido.
Esos episodios (separados en el tiempo por
unos pocos días) tuvieron la virtud (así lo creo al menos) de ampliar mi punto
de mira. Porque me ilustraron acerca de
los fundamentos ideológicos de nuestra comunidad, el rol que Israel debe jugar
–actualmente- en nuestra vida judía, y el potencial de la vida judía en la
diáspora cuando ésta es consciente de su valía y procura su enriquecimiento. He aquí los puntos en los cuales procuraré
hurgar.
Mi punto de partida es el empobrecimiento
de la vida judía en el Uruguay. Acepto
que el tema no pasa sólo por una cuestión de números: un número considerable de
judíos no necesariamente es sinónimo de una vida judía plena. Pero me inclino a creer que sin judíos
difícilmente pueda perpetuarse una vida judía mínimamente rica a través del
tiempo. Si nuestro objetivo es que haya
judíos (y sobre todo que los haya en el Uruguay), cuantos menos judíos seamos,
más lejos estaremos de aquel objetivo.
No concibo una vida judía vibrante -como la que aspiro y ambiciono (y
como la que tuviéramos en el pasado) -, sin un número de judíos mínimamente
relevante.
No digo que ya hayamos llegado a ese
extremo: felizmente aún quedan judíos en el Uruguay. Tampoco digo que no
subsistan valiosísimos aportes intrínsecamente judíos (el Semanario Hebreo es
uno de ellos, lo mismo que las tnuot,
Beit Jadash o Jabad, por citar algunos).
Digo sí que estamos muy lejos de la vida judía que de niño alcancé a
conocer, y más lejos aún de lo que fue la esplendorosa vida judía de los
60’. Los números mandan: a fines de los
50’ en el Uruguay había 10 escuelas, 15 sinagogas activas (sin contar la de
Paysandú y la de Rocha), dos diarios en yidish (el Folksblat y el Unzer Fraint
– más adelante vendría un tercero, el Haint, donde escribía mi abuelo), dos
audiciones radiales diarias (y otras dos semanales). Y sin remontarnos tan lejos, pienso en los
actos comunitarios en que el Comité y la OSU llenaban el Palacio Peñarol de
bote a bote tras el retorno a la democracia (1985-1986).
¿Qué pasó en el medio?
Alguien podrá decir -con toda razón- que
los tiempos son otros.  O que en tanto
uruguayos no hemos permanecido ajenos a los vaivenes de nuestro país -que es
(también) un país de emigración-, ni al deterioro general ni a los avatares de
nuestra economía.
Todo eso es muy cierto. Pero aun así, siempre hay algo que uno puede
hacer. Y en éste caso creo hay algo en
lo cual sí podemos incidir: me refiero a los padrones culturales de nuestra
comunidad.
Procuraré ser claro.
Las bases de lo que hoy en día es el
“mainstream” de la red judía (institucional) en el Uruguay -las
escuelas y las tnuot- fueron sentadas por la generación de mis padres, ésa que
Tenenbaum con tanto acierto llamara “la generación del 48’”. Se trata de la generación que fue marcada a
fuego por la creación del Estado de Israel y por esa mística irrepetible que en
su momento fue el Hanoar.
Esa generación fue dominada por un ideal:
la aliá, la inmigración a Israel. Y ese
ideal se tradujo en una visión muy clara de lo que es el sionismo: la
centralidad de Israel en la vida judía.
Hasta aquí, nada tengo agregar, ni siquiera
un punto o una coma. Salvo un punto, que
es el motivo de esta reseña: desde nuestro punto de vista, la continuidad de la
vida judía en el Uruguay aparece relegada (cuando no ignorada) en el marco de
aquel paradigma (para usar una palabra tan en boga). Me explico: hasta donde
alcanzo a percibir, la consolidación y la perpetuidad de la vida judía en el
Uruguay, no aparecen incluidas en la agenda educativa de las escuelas o de las
tnuot. ¿En alguna escuela judía se
enseña sistemáticamente la historia de nuestra comunidad? Eso supone que cuando
exportamos judíos a Israel, vemos una sola cara de la moneda: vemos la
coronación exitosa de un largo proceso (que a mi criterio lo es); pero no
alcanzamos a advertir las consecuencias adversas que ello supone para el
judaísmo en el Uruguay: una fuerza menos para tirar del carro, un alma menos
para asistir y alimentar sinagogas, movimientos juveniles, escuelas –ya van
quedando pocas- y todo aquel bullicio que puede y debe ser la vida judía.
Para nosotros, el sionismo en el Uruguay
hace ya tiempo que debe ser reformulado.
La centralidad de Israel en la vida judía está fuera de toda discusión
(si bien ello no significa que debamos excluir de la red comunitaria a quienes
-de manera seguramente minoritaria- pudieren patrocinar una visión
diversa). Pero a esa visión debe agregarse,
de manera muy clara y explícita, una segunda pata, un segundo pilar: la
continuidad del judaísmo en el Uruguay.
¿Dónde somos hoy más necesarios para
Israel, para los judíos y para el Uruguay? ¿En Israel o en Uruguay? Respondo categóricamente: en Uruguay. Israel necesita nuestra presencia física
mucho menos que Uruguay. Si no tenemos
la visión de que esto -el judaísmo en el Uruguay- es un tesoro a preservar, una
especie en vías de extinción, si no educamos en esa dirección, lenta pero
inexorablemente el judaísmo en Uruguay habrá de desaparecer. Será sólo una cuestión de tiempo. Y si no cobramos conciencia de la relevancia
de la presencia judía en Uruguay, de que Israel necesita de una diáspora fuerte
para librar la batalla del antisemitismo mundial y de la opinión pública
(también mundial) tan injustamente anti-israelí; si no cobramos conciencia de
que hoy Uruguay nos necesita, y por fin, si no cobramos conciencia de que la
continuidad del judaísmo en el Uruguay es una meta válida, legítima, sana, y
loable, seremos menos y, seguramente, seremos menos judíos y menos uruguayos.